viernes, septiembre 16, 2016




Quiero volverme a formar.


La tecnología permite muchas cosas hoy en día. La mayoría de ellas simplifica nuestras vidas pero a cambio de eso nos quita la sal de hacerlas personalmente. Una de ellas es la parafernalia que rodeaba asistir a un concierto hace 20 años.

Lo primero y obvio era enterarte del tokin para ir preparando el dinero de las entradas, y aunque seguramente el costo de estas no era tan alto , lograr juntar la cantidad si era un trabajo pesado. 
Ya sea que trabajaras o que insistieras a tus papas que se mocharan, requeria de días de labor para lograr esa proeza.

Una vez que lo juntabas, el siguiente paso era trasladarte hasta el lugar donde iba a ser el evento para comprar los boletos. Si era entrada general no había mucho problema, los comprabas y donde te tocara. Pero si era numerado, tenias que poner tu mejor sonrisa o aflojar la propina para el boletero y te diera buenos lugares porque si no aflojabas simplemente te daba los peores.

El siguiente paso era esperar el dia del evento y rogar a todos los dioses que no lo cancelaran. 

Acudías al lugar con tu mejor atuendo y esperabas a que uno por uno fueran pasando. No había seguridad lobo ni nada de eso. Solo los guarros que contrataba el lugar y no eran para nada amables. Cigarros, encendedores, billetes, cámaras, walkmans. Todo lo que podían te agandallaban y mejor quedarse callado sino, olvidarse de entrar.

Hoy todo a cambiado. Desde la comodidad de tu casa u oficina un simple click puedes comprar los boletos, seleccionar los mejores lugares e incluso, pagar el transporte que te lleve y te traiga seguro. 

Las comodidades han suprimido las eventualidades, la inmediatez ha sepultado la incertidumbre pero sobre todo la seguridad ha extinguido la libertad.